Durante el desarrollo de estos juegos vimos, disfrutamos
y nos divertimos con algunas “cositas extras” de esas que siempre aparecen en
el desarrollo de la competencia más allá de lo deportivo.
¿Quiénes son las trillizas
maratonistas Luik?
Se trata de Leila, Liina y Lily
Luik, nacidas en Estonia hace 30
años. Su parecido físico es asombroso. Tres
rubias con el pelo corto, delgadas, de prácticamente la misma estatura y con
rasgos faciales casi idénticos. Las tres clasificaron para correr la maratón
femenina en Río 2016. Un gran desafío para los encargados de las transmisiones
televisivas y para los comisarios deportivos.
En Estonia alcanzaron una gran popularidad, al punto que hubo una iniciativa popular para que
fueran designadas abanderadas. Aunque parecía difícil, porque tienen otros
compatriotas con más méritos deportivos y las 33
medallas que consiguió Estonia en
su historia fueron en disciplinas como el judo, la lucha o el lanzamiento del disco.
A juzgar por su actuación en la maratón, a las trillizas
les falta algo más de “sopa” y entrenamiento para codearse con las primeras de
la especialidad. Pero que son lindas chicas y muy vistosas no cabe la menor
duda.
Las gemelas
inseparables
También en la maratón femenina aparecieron gemelas que
hicieron toda la prueba junta y….¡llegaron tomadas de la mano a la meta!.
Las gemelas
alemanas Lisa y Anna Hahner llegaron
21 minutos más tarde que la keniata Jemima Sumgong, ganadora de la prueba. Sin
embargo, las atletas captaron la atención de los fotógrafos este cuando
cruzaron la línea final tomadas de la mano. Un gesto que la Asociación Alemana
de Atletismo (DLV, por sus siglas en alemán) no se tomó muy bien.
"Parecía como
si hubiesen completado una carrera por diversión y no una competencia
olímpica", dijo el director deportivo de la DLV, Thomas Kurschilgen,
quien además argumentó que las atletas terminaron la competencia 15 minutos por
detrás de su marca personal, en las posiciones 81 y 82. A sus declaraciones
agregó que "Uno se toma de las manos
para hacer una caminata, no para correr una maratón".
Las conducta de
las gemelas atletas no cayó muy bien en su país, pero estuvieron de muy buena
charla con……Las trillizas de Estonia. ¡Los hermanos sean unidos….!
Un gran gesto pero con triste final
Se corría una de
las series clasificatorias de los 5000 metros femeninos. Faltaban más de 1000
metros (casi tres vueltas a la pista olímpica) y el pelotón de competidoras se
hacía más compacto. En ese momento ocurre algo que suele ocurrir en estas
competencias de medio fondo: Un tropiezo y una caída. En algunos caso es solo
eso y el dolor momentáneo; en otros el resultado es grave para un atleta.
Esta vez, la
corredora de Nueva Zelanda Nikki Hamblin tropezó, y en su caía la nortemericana
Abbey D’agostino se la llevó por delante golpeándose feo. La neocelandesa dejó
de lado su buena posición y en lugar de seguir corriendo ayudó a D’agostino a
reincorporarse. Con signos de mucho dolor, la estadounidense siguió pero
Hamblin la acompañó en el resto del recorrido. El espíritu olímpico en su
máxima expresión; al cruzar últimas la meta recibieron la ovación del estadio y
los jueces decidieron darles un lugar para la final de la competencia. La
representante de Estados Unidos se retiró de la pista en silla de ruedas.
El triste final fue que Abbey D’agostino sufrió
la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que también
afectó a los meniscos y, por supuesto, no pudo participar en las finales de
atletismo de 5.000 metros. Pero se pudo ver que en un juego olímpico no todo es
ganar.
Con la toalla al
cuello
Parece el título de una película, pero no es
así. Se jugaba el partido de Handball masculino entre Suecia y Egipto. Suecia
es una de las potencias en esta disciplina, pero Egipto pasó a ganar el partido
en los últimos segundos y uno de sus jugadores ingresó a defender la
última pelota con una toalla grande colgada de su cuello.
Por esta situación, y consumada la derrota del equipo
europeo, Suecia presentó un reclamo formal por uso de uniforme indebido
en el jugador egipcio. Indican en su pedido que debió haber habido una
exclusión del jugador en el equipo egipcio y que ello les hubiera dado mayor
posibilidad de llegar al empate en los pocos segundos restantes.
Realmente nada comprobable y la solicitud fue rechazada.
Los suecos igual clasificaron a la siguiente fase y el jugador egipcio pudo
secarse la transpiración mientras defendía.
Obviamente, las toallas no aparecen en la lista de
objetos mencionados como prohibidos en el juego, pero parece evidente que no
está permitido jugar con una toalla en el cuello. Al fin y al cabo todo quedó
como una anécdota simpática, aunque no mucho entre los suecos.
Nota: Las fotos fueron obtenidas de Google.
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