Algunos podrán decir que una enfermedad terminal es imposible de revertir.
Es así, aunque depende de uno seguir adelante volteando obstáculos hasta que
llegue el final. El tema es luchar y no rendirse hasta el último momento.
Semanas atrás hubo un hecho que me demostró que siempre hay que ir para
adelante. Abrupta o metódicamente según las circunstancias. Y un joven, que
realmente la pasó mal, me demostró que lo antes dicho es real. Ese joven se
llama Gustavo Fernandez, le dicen “Lobito” como apodo heredado de su padre, que
luchó mucho, alcanzó la gloria, cayó y volvió a levantarse al punto tal de
faltarle un pasito más para ser uno de los más grandes del deporte argentino.
Aunque ya lo es realmente.
Gustavo Fernandez, tenista profesional, que desde chico tuvo que pelearle
un lugar a la vida. Tal vez porque hasta en las malas fue un elegido. Es un
caso de los que se da 1 en 20.000 millones, según las estadísticas médicas,
porque cuando tenía apenas un año y medio padeció un “infarto de médula”. Quedó
inmóvil desde el pecho hacia abajo. Una ironía del destino teniendo en cuenta
su familia de deportistas.
Desde chico tuvo el apoyo y los tratamientos necesarios y logró recuperar
algo de movilidad en su parte abdominal, pero nada en su tren inferior. Y como
cosa del destino, para ganar movilidad se volcó al tenis, un deporte que solo
su madre practicaba en forma recreativa. Había probado con el básquet en silla
de ruedas y otros deportes más pero el tenis fue el elegido.
A fuerza de sacrificio, métodos de entrenamiento y trabajo constantes siguiendo con su objetivo; llegó al circuito profesional internacional del llamado
tenis adaptado. Jugando contra rivales, sí en sillas de ruedas, pero con amputaciones
u otras deficiencias que aun así le permitían cierta movilidad mayor a la de
Gustavo. Y él siguió firme en su objetivo.
Así llegaron las victorias y los grandes torneos: desde 2014 es un asiduo
participante en casi todas las finales del tenis adaptado. Y en 2015 tuvo su
primera gran victoria en Wimbledon, jugando dobles con el francés Nicolás
Pfeiser como pareja. Su desafío personal y su gran victoria llegó al año
siguiente en Roland Garrós y no paró más. Se sucedieron victorias, el primer
lugar en el ranking y el reconocimiento del mundo deportivo entero.
Como singlista, luego de aquel torneo francés llegaron sus triunfos en
Australia 2017 y 2019, otra vez Roland Garrós 2019 y hace poco días, Wimbledon
2019 siendo el único argentino en hacerlo. Y en dobles sendos títulos más. Sin
mencionar todas las finales de grand slam que disputó.
Cayó por lesiones al cuarto lugar del ranking y en este año, otra vez a
fuerza de trabajo y perseverancia, regresó a lo más alto del ranking; y está a
un solo paso de ganar el Grand Slam, los cuatro torneos principales en el año,
si triunfa en el abierto de Estados Unidos. Algo que en el tenis, en todas sus
modalidades, solo obtuvieron dos jugadores. Gustavo puede ser el tercero.
Este hombre, Gustavo Fernández, me devuelve día a día las ganas de vivir y
seguir dando las batallas que la vida diaria nos propone. “Siempre que se le metía
algo en la cabeza, luchaba hasta alcanzarlo”, describe la mamá.
Y
para finalizar dos frases del “Lobito” Fernandez que siempre deberíamos
recordar: “Desde chico fui muy ambicioso. Eso me hizo muy decidido ante cualquier
cosa que emprendía. Y con el tenis no fue diferente”.
“Siento
que soy completamente feliz. Trato de no analizar mucho las cosas y enfocarme
en el día a día. Creo que es una de las claves para lograrlo: no pensar mucho
más allá, sino disfrutar cada momento y permitirte ser feliz”.
“No
quiero ser un ejemplo de nada, solo enfocarme en superarme día a día. Y si le
sirve a muchos otros…mejor”.
Así
lo refleja en su libro autobiográfico “Hambre de lobo” que salió el año pasado.
Por todos tus logros deportivos, pero mucho más por las lecciones que vida que a mi edad sigo recibiendo de parte tuya, y también de otros más. Sabiendo que vas a lograr el Grand Slam y vamos a disfrutar de tu magia en una cancha de tenis por mucho tiempo más.... Gracias Gustavo por estas alegrías y por poder escribir estas líneas que parten desde lo más profundo de mí y de mi emoción.
Alfredo Nicolás Armiento
Nota: Las fotos fueron obtenidas de Google.